Es triste que haya que calcular estratégicamente lo que se puede, lo que se debe y lo que es rentable decir, pero es así. Estamos en una sociedad en la que lo que verdaderamente nos importa es el bienestar, pero el individual y no el colectivo, desgraciadamente. A la gente nos importan tres leches los problemas de los demás, con tal de que nosotros no los tengamos o si los tenemos nos los solucionen. Pero los nuestros. No los de los demás, que esos nos cuestan dinero a todos.
Pero más triste aún, es darse cuenta de los mecanismos por los que una sociedad llega a ese pensamiento. Me explico, en 1975 podías hablar sinceramente de todas las aspiraciones de la izquierda con el único riesgo de tu integridad física o de la privación de tu libertad, que a pesar de que eran riesgos durísimos, eran asumibles desde el compromiso que teníamos la gran mayoría de los ciudadanos pensantes y sabías que detrás de ti había mucha gente que, aunque no lo dijesen públicamente, estaban absolutamente de acuerdo con aquellos planteamientos. Merecía la pena reivindicar libertad, por que no la había, justicia social, por que tampoco la había, redistribución de la riqueza, por que eran cuatro los ricos ricos; servicios públicos, porque los que habían eran una mierda, con perdón, etc. etc. Pero sobre todo, por que en estas reivindicaciones tenías la comprensión y el apoyo de la gran mayoría de la gente, votasen lo que votasen, por los motivos que fueren, incluido el del miedo, todavía muy presente hasta las elecciones del 82.
Pues bien, precisamente fruto de aquella lucha de todos, hoy tenemos prácticamente de todo. Nada tiene que ver, afortunadamente, la España actual, con aquella. Ni en servicios públicos, ni en protección social, ni en infraestructuras, ni en libertad... podemos seguir con una lista interminable de cosas. Creo que en esto, la gran mayoría si estará de acuerdo.
Sin embargo me temo que en cómo tenemos todo eso, ya no es tanta mayoría la que está de acuerdo. Desgraciadamente hay mucha gente que, unos por que no lo vivieron y otros por que tienen memoria selectiva o han perdido la memoria, piensan que en este país se ha vivido como ahora desde siempre. Y nada más lejos de la realidad.
Por eso ahora, para poder consolidar y mejorar todo lo realmente importante y bueno, muchas veces no podemos hablar de ello y hay que buscar subterfugios y rodeos, que sean nimiedades atrayentes, cosas sin apenas importancia verdadera, estrategias para buscar el respaldo de la mayoría y así garantizar todo lo importante y realizar lo que aún pueda faltar, que seguro que es mucho todavía, para convertirnos en una sociedad avanzada en la que todo el mundo pueda vivir bien.
Y esto es lo verdaderamente triste: tener que vender una moto por su publicidad mejor o peor, en lugar de por sí misma.
La clave del asunto se la escuché hace muchos años a Ibarra en la Plaza de Navalmoral. Venía a decir y no le faltaba razón, que gracias a que los trabajadores, que no tenían nada que conservar y si muchas carencias, creyeron en gobiernos progresistas, sus hijos pudieron estudiar todo tipo de carreras, gracias a lo cual muchos se han situado bastante bien y ahora si que tienen cosas que conservar : un buen empleo, el piso, la posición social, la parcela, las vacaciones, etc., etc.
Es decir, de manera natural se han hecho conservadores y, en muchos casos,votan por el bolsillo, en lugar de por el corazón y la inteligencia.
Sin embargo, quizás afortunada aunque tristemente, para la razón, los nietos de aquellos trabajadores progresistas, hijos de esos profesionales conservadores, se han convertido en jóvenes perfectamente preparados que, en el mejor de lo casos, cobran mil euros por su trabajo, a pesar de su magnifica preparación. Ahí es donde está ahora el problema, junto con el de los nuevos parias, que ahora son de otro color y hablan otras lenguas.
Y lo verdaderamente triste es que, para no ganarte la incomprensión de esos padres, conservadores, y hacer algo por sus hijos, explotados y por los nuevos ciudadanos, los parias, imprescindibles por otra parte para realizar los trabajos que los primeros por muy explotados o desocupados que estén no quieren hacer, tienes que envolver tus pensamientos en milongas egoístas, por que de lo contrario no juntas el suficiente apoyo para hacerlo. Y no lo juntas, por que esos nietos mileurístas o desocupados, salvo que se caiga el cielo sobre sus cabezas, la mayoría no vota y los parias de otros mundos tampoco, pero por que en su caso no pueden. Y si pudiesen , no se que sería mejor a tenor de su fanatismo religioso y ultra conservador en su idea medieval de sociedad.
¿Serán capaces los mileurístas y lo progres mas papistas que el Papa, o esos nuevos conservadores que en el fondo de sus conciencias aún les quedan ideales progresistas, votar progreso sin necesidad de que haya una catástrofe que los saque de sus casas para ejercer un sagrado derecho por el que se dejaron la piel muchas personas inteligentes y por el que muchos de ellos lucharon en su día? El año que viene, que ya está ahí, lo veremos.
1196. Diario en tiempo de coronavirus
Hace 4 años