En en la profesión de mi antiguo DNI ( que en los nuevos ya no existe) ponía DUE, pero por que no me dejaron poner "concejal", ya que, en justicia, era lo que debería haber puesto.
Y es que aquí donde me veis, fui concejal de Plasencia a finales de la primera legislatura, resultado de las igualmente primeras Elecciones Municipales democráticas de este país tras el paréntesis de la dictadura. Sucedió como consecuencia de un cierto "corrimiento" de lista, pues sacamos nueve concejales y yo iba el número quince. Pero eso es lo de menos, el caso es que, aunque por un día, fui concejal de Plasencia, la ciudad donde me trajeron a este valle de lágrimas.
Lo fui sólo por un día por que yo también dimití para que entrase el siguiente, al encontrarme por entonces ya viviendo en la bonita localidad de San Martín de Trevejo, de la que... he te aquí ... también fui concejal. Sólo por dos años (media legislatura), pero ya íbamos progresando. De un día a dos años. Algo es algo. Al trasladarme a Navalmoral para tomar posesión de mi plaza de enfermero, tuve que dimitir igualmente, esta vez a la mitad de mandato en lugar de al día siguiente como la primera, para que de la misma manera que en el caso anterior, ocupase mi puesto otro compañero.
Bueno, pues nada más llevar dos años viviendo en Navalmoral de la Mata me liaron para volver a ir en listas y a pesar de que me las apañé para ir el diez (número que no pensábamos conseguir ni de coña), mira por donde, volví a salir elegido concejal.
Ya tenía en casa tres actas de concejal. Cada una de un sitio.
Las siguientes elecciones, como es la costumbre, repites y ya te dejas liar para un puesto más alto en la lista. Fui el siete y conforme a lo previsto en esta ocasión, volví a ser edil. Toma, toma, toma...Ya tenía cuatro actas.
Al acabar ese segundo periodo de dos legislaturas seguidas, con responsabilidades de gobierno en este caso, me tomé unas merecidas vacaciones como candidato a concejal (y a otras cosas, pues también he sido el eterno candidato de relleno, que siempre es necesario para completar listas, a la Asamblea de Extremadura, incluso al Congreso de los Diputados y últimamente al Parlamento Europeo. Agarraté...).
Dos periodos legislativos me duraron las vacaciones, porque en las últimas se me ocurrió volver a las andadas, nada menos que como candidato a alcalde (con lo que estaba lloviendo aquí). Y como era de preveer, lo que volví a ser fue concejal. Toma... cinco actas de concejal. Algún día las enmarcaré.
Lo que te digo. De profesión, concejal. Aunque también valdría : eterno candidato.
Y ¿que he sacado de todo esto?. Pues teniendo en cuenta que jamás he estado liberado como edil (siempre he vivido afortunadamente de mi trabajo de enfermero), mucha experiencia, muchos amigos, otros tantos o quizás más enemigos, muchos buenos momentos (me estoy acordando de la cabalgata de reyes con aquellos ¿camellos? que corrían como gamos por todo el recorrido) más aún malos momentos... en fin, un trajín de la leche. Pero eso sí, yo me lo he pasado como los indios. Ah... y anoche, por fin, una de las originales y bonitas placas que la Agrupación Socialista de Navalmoral nos entregó a los cuarenta y tantos concejales y alcaldes socialistas del pos-franquismo de este pueblo. Bien es verdad que ya hace unos años, durante mis vacaciones como candidato, el Ayuntamiento también nos dio una medalla, un escudo de solapa y un pisacorbatas a todos los concejales (y un broche a las concejalas en lugar del pisacorbatas, como es natural) de dicho periodo.
Pero esto de anoche a mí me gustó más. Porque fueron los míos, quienes nos hicieron tal reconocimiento. La verdad es que, estas tontás siempre te reconfortan y en el fondo te dejan más ancho que pancho.
Voy a tener que encargar una pequeña vitrina para ir colocando los trofeos como hacen los deportistas y los pescadores (que también son deportistas). Por que encima en mi casa tenemos dos. No una, dos. Toma, toma, toma... Una de mi mujer, que también tiene su historia (y un bastón que le entregaron cuando lo de las medallas)y la mía. Agarraté.
Lo malo fue que hubo muchos compañeros a los que les tuvieron que recoger la placa sus familiares. Esto pasa siempre en esos actos y es una putada. Por lo tanto, vayan estos renglones torcidos para colaborar humildemente en el justo reconocimiento que se les hizo. Para Félix, Guillermo, Anastasio, Paco, Alfonso, Constancio, Antonio... (alguno me quedo, que no se lo tomen a mal) y mi querido a pesar de breve amigo Rafael Medina Santano. Para todos ellos mis respetos.
Igual por supuesto, aunque con menos emoción, para todos los que aún estando algunos en otra órbita, hicieron posible que pasáramos un rato agradable a lo abuelo cebolleta.
No así y termino, a aquellos que bien pudieron estar y no quisieron, seguramente por que no nos consideraban lo suficientemente importantes para hacerles el reconocimiento. Ellos se lo perdieron.