Hoy viene un interesantísimo artículo de Javier Pérez Royo en El País que, como siempre en mi opinión, acierta plenamente en la diana. Viene a decir que los gobiernos, todos, están achicharrados ante sus administrados como consecuencia de que los ciudadanos esperamos y demandamos de ellos soluciones, que seguramente las tienen, pero para las que lo que no tienen es el poder necesario para aplicarlas. Y yo, desde mi ignorancia suprema acerca de economía, coincido plenamente con él.
En nuestros días los gobiernos democráticos legítimos no gobiernan, en ningún sitio del mundo civilizado. Sean del partido que sean. Hayan o no obtenido un amplio apoyo popular en las elecciones. Baste el ejemplo de gobiernos tan distintos como los de Ángela Merkel, Zapatero, Sarcozy u Obama. Se limitan a, dentro del escaso margen de maniobra que les concede un ente abstracto e intangible que no sabemos muy bien quien es, adoptar unas u otras medidas para intentar ingenuamente paliar los devastadores efectos de la peste del siglo XXI: La Crisis.
O mejor dicho, se limitan a adoptar con mayor o menor tibieza unas medidas muy concretas que les está dictando ese ente abstracto y que como los mandamientos de la Ley de Dios se resumen, en este caso, en una: Recortar. Recortar derechos, recortar salarios, recortar servicios, recortar bienestar, recortar solidaridad, recortar todo cuanto ponga en peligro la tiranía de ese ente abstracto.
¿Y quien o qué es el ente abstracto del que hablamos?. Pues yo no lo se muy bien. La mayoría de los expertos le llaman "Los Mercados". Y yo me pregunto : ¿Cuando son las elecciones a "Los mercados"?¿Quien o quienes los eligen para que nos gobiernen?.
Pero mi preocupación no es otra que la de que me estoy dando cuenta de que las personas, que tanto hemos luchado por la democracia y por los derechos humanos en todo el mundo a lo largo de la historia de éste, somos tan tontas que dejamos a nuestros gobernantes, los que sí hemos elegido nosotros democráticamente, con el culo a las goteras frente a ese monstruo de siete cabezas denominado "Los Mercados".
¿Pero no nos damos cuenta de que al monstruo le da lo mismo que los elijamos de izquierdas o de derechas?. A todos, de izquierdas y de derechas, nos está imponiendo sus normas. Y nadie le hemos elegido, ni los de izquierdas ni los de derechas.
Yo tengo la sensación de estar viviendo en una de esas civilizaciones que ofrecían sacrificios humanos en la antigüedad, para apaciguar a los dioses y ganarse de estos que les permitiesen vivir unos años de bonanza y abundancia.
Los sacrificios humanos se están haciendo exactamente igual, con la única diferencia de que esta vez en lugar de matarles en los altares y sitios rituales, se les está matando de hambre y desesperación. No se que será peor.
Y mi pregunta ingenua es la siguiente : ¿No sería mejor guardar la tijera en todos lados y ponernos todos de acuerdo para elegir un Gobierno del Mundo que le pudiese decir a "Los Mercados" ahora va Vd. a ceñirse a las normas que le pongamos las personas y no al revés?
¿No sería mejor esto que seguir ofreciéndole sacrificios humanos para ver si le tranquilizamos y le convencemos para que confíe en los Estados soberanos?
El problema yo creo que no es otro que el que los ricos globales, que nada tienen que ver con sus países, se están frotando las manos al ver como se ponen de rodilla ante "Los Mercados" los gobiernos, creyéndose parte del monstruo o protegidos por éste. Pero no se están dando cuenta de que cuando no quedemos pobres que podamos comprar sus productos y sus bienes de consumo, se los van a tener que comer con patatas entre un centenar de ellos en todo el mundo. ¡A ver luego cómo siguen amasando sus globalizadas fortunas!
Y mientras tanto aquí hay otros que en lugar de arrimar el hombro para plantarle cara al monstruo, se están frotando las manos pensándose que a ellos les va a cambiar las reglas del juego "Los Mercados" cuando gobiernen ¡Pobres idiotas!. Que le pregunten a Sarcozy o a Angela Merkel.
Esto no se arregla con cambios de gobiernos, ni de signo político. Esto sólo se arregla con la constitución de un gobierno global, democráticamente elegido, que tenga la capacidad suficiente para ponerle el dedo en la nariz al monstruo. Mientras pretendamos arreglarlo desde la miseria de los Estados soberanos, seguirá siendo la lucha de un David sin ni siquiera su honda, contra un Goliat omnipotente y hasta el momento invencible.
1196. Diario en tiempo de coronavirus
Hace 4 años
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