miércoles, 10 de septiembre de 2008

La avaricia rompe el saco

Otra cosa con la que no estoy nada de acuerdo es con los avariciosos, los insensatos/as y los trepas descarados. Me explico. Me han dicho que alguien que ostenta una determinada responsabilidad en la dirección provincial de una organización política, quiere ahora, en otro proceso electivo actual en el que se eligen parte de los miembros de un órgano regional de dicha organización, entrar a formar parte de dicho órgano regional por una determinada comarca. Comarca en la que la localidad más grande de la misma no ha obtenido ningún puesto en aquella dirección provincial, frente a los dos cargos que ostentan otras tantas localidades con infinita menor importancia en cuanto a número tanto de habitantes como de votos se refiere.
Yo estoy seguro que esa idea peregrina se le habrá ocurrido en un momento en que tuviese más de 37 grados centígrados de temperatura corporal, por que si no, la otra explicación es que tenga una avaricia desmedida que sin duda le llevará a no quedarse en este asunto y reclamar cada vez más tajada. Avaricia que alguien, debería parar por el bien de todos o, en mi modestísima opinión, a ese alguien le terminará doliendo la cabeza, como consecuencia de semejante insensato.
Yo creo que todas las aspiraciones de las personas son legítimas e, incluso, positivas en cierta medida para los partidos políticos y las organizaciones en general. Pero tambien pienso que esas aspiraciones se deben plantear desde una lógica y coherencia determinadas. Y en este caso no hay, puedo asegurar, ni lógica ni coherencia. Sino más bien una ambición fuera de lugar que empieza a parecer incluso patológica.
Mi padre, que era un hombre muy muy sabio, a pesar de no tener más estudios reglados que los de la escuela primaria, solía decir: "ya pagará el francés el vino que se bebió". ¡Y qué razón tenía el hombre con tal expresión!, yo conozco "un francés" que ya lo pagó. Lo que pasa es que en tanto lo paga, el personal que tiene más sensatez y pudor que tales fulanos, se va desilusionando y puede llegar a abandonar la empresa.
¡Qué le vamos a hacer! Desgraciadamente en muchos sentidos, el mundo es de los impúdicos, desvergonzados (en el sentido literal de la palabra)amorales, insensatos y sin ética.
¡Pues que se lo queden!, que algunos/as preferimos dormir tranquilos.